El tiempo se pasaba volando y disfrutaba con esta nueva forma de control aunque no resultase tan sumamente novedosa como en un principio cabría esperar, ya que el esquema de movimientos y ataque del personaje era prácticamente un calco de lo ya visto en cualquier otra consola con ciertas modificaciones.
Aún así, y tras más de dos horas y media de juego continuado sin ningún tipo de descanso, se me acababa el tiempo de disfrutar del nuevo Zelda.
Fue entonces cuando paré a pensar, sin soltar los mandos de las manos, si en realidad me había cansado comprobando la posición de ambas manos y su “impacto” en mis músculos. Fue entonces cuando comprobé una ligera sensación de cansancio en el hombro derecho algo muy poco perceptible pero que sin duda estaba ahí, lo cual me hizo pensar si en realidad la gente que decía que cansaría tendría razón. Y es que está claro que al realizar este movimiento de hombros durante algunos segundos, descansar y volver a realizarlo durante otros segundos es normal que cierta sensación de “picor” surja en un músculo (cualquier músculo). Entonces me acordé de las horas y horas pasadas delante del resto de consolas e incluso portátiles y en como es tremendamente sencillo cansarse jugando mucho tiempo con cualquiera de estas consolas aunque no tengan detección de movimiento.
En Nintendo DS las manos toman una postura incómoda al tener que sujetar durante mucho tiempo la consola con una mano y el stylus con la otra, la posición de los gatillos en PSP es realmente incómoda para ejecutar movimientos rápidos (y no digamos de su analógico) y en cuanto a PS3 y 360, el dolor de los pulgares jugando a cualquier juego de acción durante más de 30 minutos, tanto en el stick como en los botones es bastante superior a cualquier ligera sensación de cansancio del hombro que pueda surgir con Wii.