Coincido en ésta ocasión. Pero es un artículo con doble filo. Aquellos que desaprueban y condenan los silbidos al himno nacional, no pueden hacer ahora una defensa a ultranza (amparada en la libertad de expresión) al troleo del himno catalán. De hacerlo se convertirían en unos hipócritas.
Huelga decir que al contrario ocurre lo mismo.