Una adolescente está confesándose con el cura del pueblo:

-Verá padre, he pecado. Anoche estaba con mi novio y se puso tan burro que para evitar la tentación del sexo antes del matrimonio tuve que calmarlo manualmente.
-Muy mal hecho hija, pero la intención era buena, como penitencia me rezas cinco padrenuestros, diez avemarías y te limpias bien las manos con agua bendita...

La chica estaba limpiándose las manos cuando entra en la iglesia una amiga del pueblo.

-María, pero ¿Qué haces limpiándote las manos con el agua bendita?
-Nada, que anoche tuve marcha con Paco y el cura me ha dicho que me las lave como penitencia. ¿Y tú que haces aquí?
-Vengo a confesarme. Espero que tuvieras las manos limpias porque me temo que voy a tener que hacer gárgaras...