Hay dos tipos de ecualizadores, los ecualizadores gráficos y otros más complejos llamados ecualizadores paramétricos.

Los primeros son los conocidos por todos y simplemente son filtros que permiten atenuar o incrementar unas frecuencias determinadas, afectando también a las frecuencias cercanas. Por ejemplo un ecualizador de una octava, con ganancia +/-12 dBs a 16,32,64,128,256,512,1K,2K,4K,8K y16K afectará también a las frecuencias próximas en forma sinusoidal. Este tipo de ecualizadores es poco útil o, al menos poco fino para solucionar problemas de acústica en la sala pues si el pico no lo tenemos en una de las frecuencias de referencia no podremos ajustarlo con precisión y por otra parte si lo tenemos justo en una de esas frecuencias afectaremos también a las frecuencias próximas. Por ejemplo si bajamos 6 dBs en 64 Hz, estaremos bajando entre 0 y 6 todas las frecuencias comprendidas entre 48 y 80 Hz y no sólo la causante del problema. Por otra parte, este tipo de ecualizadores introducen distorsión de fase en la onda sonora, de manera que se pierde en presencia sonora y efecto estéreo.

Muy distintos son los ecualizadores paramétricos, que pueden actuar en analógico o digital y que permiten afectar a una frecuencia determinada, introduciendo parámetros relativos a la amplitud de las frecuencias afectadas (sin afectar a las demás), ganancia del filtro, etc., sin introducir distorsión de fase. En su modalidad informática, permiten una modificación de la señal ajustando con enorme precisión la señal de salida según las peculiaridades de la sala de escucha. Este tipo de ecualizadores sí permiten mejoras apreciables, pero en contra debe decirse que su uso requiere conocimientos de cierto nivel. Lo bueno es que su precio ha bajado mucho y que existen programas informáticos gratuitos que permiten incluso su regulación automática en algunos casos. Los amplificadores A/V de gama media/alta equipan ecualizadores paramétricos que automática o manualmente permiten modificar diferentes parámetros de respuesta del equipo ajustándolo con gran precisión a las condiciones de la sala de escucha.

Mucho cuidado pues con mezclar churras con merinas. En la duda es mejor dejar las cosas como están pues es más fácil estropear que mejorar la respuesta del equipo.