Bueno, ciertamente, hay engaños en Alta fidelidad, algunos de los cuales, son parte del titular del tema. Para empezar, decir que los transistores pueden hacer lo mismo que las válvulas es, o estar sordo, o hablar por hablar, o, también, que se la traiga a uno floja unos altavoces autoamplificados de ordenador de cien euros que otros con relaciones calidad precio muchísimo peores pero con otras características acústicas.

Con los cables pasa mucho, aquí tiene razón el desvelador de engaños y desengaños.

Yo soy violinista -y las intensidades altas de este instrumento, pueden perfectamente molestar. Per el sonido enlatado que menos molesta al oído, y que más parecido tiene con los instrumentos clásicos, es el analógico. Hay Arcos de violín de cien euros que están bien, otros de tres mil que, no son fáciles de distinguir y, en todo caso el 99'99 % por ciento de la población consideraría un despropósito por tan insignificantes matices -que, a veces, no son calificables como mejores o peores sino, sencilla y llanamente, diferenciables : lo mejor o peor, a gusto del consumidor. La mayor calidad de los instrumentos musicales, depende, única y exclusivamente de los materiales empleados, y del virtuosismo del luthier -también hay algunos más apropiados que otros para según que representación.

Un engaño que no sé si citó el contertulio es el de los acondicionadores de red -pues, en cuanto leí la burrada de las válvulas, de nada habían ya de servirme el resto de las valoraciones.

Estuve probando el Titán de tres mil y pico euros durante un día entero, y, aunque no me lo podía creer, mejoraba sensiblemente menos el sonido del conjunto con relación a uno de quinientos. Me importa poco o nada que se me crea o no : para eso está el «desconfía de lo excesivamente barato».

Otro tanto con los cables de altavoz y de interconexión RCA. Los mejores de cuantos he probado, sin ninguna duda, son los MIT, que cuestan diez o veinte menos que otros que, no puedo decir sino que realzan y mejoran unas cosas, pero empeoran otras; los primeros, son los únicos en los que la mejora es en toda gama de frecuencias y variables acústicas. No soy ingenireo -ni quiero serlo: y no sé porqué.

Y, si es que hay un patrón para medir las calidades de los sonidos, es su menor o mayor parecido con los directos de buenas orquestas o intérpretes, de una música que no fue concebida para ninguna reproducción distinta del directo. Las composiones concebidas para representar -reproducir- con electrónicas y motores -los altavoces-, buscan, normalmente, buen sonido en cualquier aparato : por barato que sea. Y, a la visa está, que se consigue. El mejor equipo para escuchar cada composición de este tipo, sólo lo saben el titular de copyright de la composición o sus ingenieros.

Y, lo que menos ofende al oído con respecto al sonido de una sinfonía de quien sea, es el sonido analógico ; poco me importa que me contradiga el mismísimo director de la Filarmónica de Berlín : más bien nada. Si a alguien se le escapa una nota, se oye o no se oye ; sin perjuicio de que cada cual deba opinar lo que considere.

Así que, con respecto al título del mensaje, habría que hablar de once engaños en vez de diez : otro más al menos, del autor.

No me va ni me viene nada en esto : sencillamente llevo escuchando música desde hace casi cuarente años, unas cuatro o cinco horas diarias : es mi vida.

Att. Sergio Piedra