Como decía el Joker (y los sofistas), "si algo se te da bien, no lo hagas gratis"... sobretodo si nadie más está dispuesto a hacerlo.
Porque resulta que aunque cueste creerlo, el impulso sexual y la sexualidad en general no desaparecen por arte de magia cuando alguien sufre una lesión medular u otra discapacidad...y un porcentaje muy bajo de personas son capaces de ver más allá de la enfermedad y llevar a buen puerto una relación de pareja (cosa harto compleja hasta para los afortunados que gozamos de buena salud).
Ahí entran las trabajadoras sexuales... y no todas acceden, desde luego.