no entro a juzgar el estilo de nadie, especialmente cuando ese estilo no se me impone
escucho o no escucho, sin más, lo cual configura una alternativa que para sí quisieran otros aspectos de la vida democrática
sobre cuál sea la catadura de los argumentos con que se produce este comunicador, sus excesos, sus virtudes —si las hubiere—, sus prejuicios, creo que tienen que ver muy poco con el hecho comprobable y real de que, hasta quienes lo odian —y sobre todo quienes lo odian— están al tanto de sus andanzas antes y con mayor detalle que de las de sus adláteres intelectuales, y eso es algo que merece la pena valorar, en realidad, es mucho
por lo demás, y como ya digo, me importan menos los argumentos de las personas que su manera de transmitirlos: ciertamente jiménez losantos es, con diferencia, uno de los dialécticos más agudos y más capaces en la distancia corta a quien he tenido la oportunidad de escuchar, y un semejante aparataje estilístico, áun cuando el oyente discrepe frontalmente, me pone en la tesitura de prestar atención, la máxima atención
para entendernos, detesto profundamente el ideario político y social que subyace en las películas de einsestein, me repugnan muchos planteamientos literarios de celine y me espantan otros de, por ejemplo, saint-exupery: pero tanto la destreza narrativa fílmica del primero como la belleza estética de la prosa de los segundos me ponen, me ponen mucho, me hacen pensar y pensar muy bien para poderles llevar la contraria, si fuese necesario
hay foreros aquí con cuyas opiniones no sólo discrepo sino que me escandalizan, otros que, con similares ideas o prejuicios, expresan o enfocan los temas de maneras que nunca se me hubieran ocurrido: es por ellos por los que persevero: no voy a aprender nada de quien es un mero plagio de mis defectos y de mis torpes limitaciones
propicios