Nunca ha estado en la cárcel. Según propia confesión porque cuando hubo una redada en los estertores del régimen franquista a él le dejaron en paz, sin duda por su nula importancia (a pesar de que él creía en esos momentos lo contrario).

El auto relativo a la falsificación de los peritos que firmaron el informe oficial del inefable Garzón Real fue adoptado por un juez incompetente, como él mismo reconoció al inhibirse del caso. En consecuencia, el auto es nulo de pleno derecho.

La única condena en firme por el 11-M fue la del gitanillo, un menor de edad. La pena fue pactada entre el fiscal y la defensa.

Por este motivo afronta una demanda de prevaricación presentada por la asociación España y Libertad, a la que se unirá la ya anunciada por los peritos.

Sin duda, a Garzón, cuando se quita el mandil le gusta muchísimo más leer a Kafka que la jurisprudencia de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Aún se recuerda su fantástica instrucción en la Operación Nécora, en la que los grandes capos de la droga salieron absueltos al anularse en el juicio oral la mayoría de las pruebas que existían contra ellos.