California ejecuta a un preso anciano

ciego, sordo y enfermo


• Clarence Ray Allen, de 76 años, fue condenado por un triple asesinato
• 200 partidarios de abolir la pena capital protestaron ante el penal de San Quintín


MERCEDES HERVÁS
NUEVA YORK

Ni su avanzada edad, ni su ceguera, su sordera o su necesidad de moverse en silla de ruedas salvaron ayer a Clarence Ray Allen del patíbulo en la prisión californiana de San Quintín. A las 12.38 de la madrugada (9.38 de la mañana en España), este reo de 76 años, condenado por asesinato, se convirtió en el segundo preso de mayor edad ejecutado en EEUU desde la restauración de la pena de muerte, en 1976.
"Es un buen día para morir", dijo en su última declaración, leída por el director del penal, Steve Ornoski. Poco después le fue aplicada la inyección letal que puso fin a 23 años en el corredor de la muerte, algo que ya de por sí fue considerado un castigo cruel. Pero a ojos del gobernador del estado, el exactor de cine Arnold Schwarzenegger, y de los tribunales, era el castigo apropiado para Allen. "Se merece la pena capital porque organizó el asesinato de tres jóvenes inocentes cuando ya estaba en la cárcel, cumpliendo sentencia por otro asesinato", recalcó el fiscal estatal, Ward Campbell.

REAVIVADO EN SEPTIEMBRE
Tampoco los familiares de las víctimas pestañearon ante la ejecución del reo, viejo y enfermo, que tuvo incluso que ser colocado encima de la camilla donde fue ajusticiado por cuatro fornidos guardias, que le levantaron a pulso de la silla de ruedas. En septiembre, Allen sufrió incluso un ataque al corazón del que lograron reavivarlo, para ejecutarlo más tarde. "Su mente está muy lúcida, como cuando tenía 50 años y planeó sus horrendos crímenes", dijo Patricia Pendergrass, hermana de una de las víctimas, Bryon Schletewitz.
Allen fue condenado a cadena perpetua por organizar el asesinato de la novia de su hijo, que sólo tenía 17 años, por temor a que ella le delatara por robo. Pero en 1980, ya entre rejas, se las arregló para que un asesino profesional segara la vida del testigo que podía también delatarlo, y de otras dos personas que, casualmente, se hallaban cerca. Dos años más tarde fue condenado por ello a la pena capital.
El lunes, Allen cumplió 76 años y pocas horas después fue ejecutado, la misma suerte que corrió hace un mes en Misisipí otro reo mayor aún que él, John B. Nixon, de 77 años. Otros, más ancianos, todavía aguardan su turno, empezando por el tigre grandote, como apodan a Viva Leroy Nash, de 90 años, condenado en Arizona, que lleva ya 65 años en la cárcel por asesinato. De los 3.315 reos en los corredores de la muerte de EEUU, más del 10% pasan ya de los 55 años, con lo que pueden producirse numerosas ejecuciones más de ancianos, dado que el respaldo a la pena de muerte es aún mayoritario en Estados Unidos.

MENOS EXPECTACIÓN
La ejecución de Allen atrajo menos la atención de los medios de comunicación que la de Stanley Tookie Williams, un notorio miembro de las violentas bandas callejeras de Los Ángeles, que el mes pasado se convirtió en un símbolo de la transformación personal que puede llevarse a cabo en la cárcel y, a pesar de todo, fue ajusticiado.
Aun así, la repulsa por la ejecución del asesino anciano fue palpable, y dos centenares de partidarios de la abolición de la pena capital se concentraron ante los muros de San Quintín para protestar. "La buena noticia es que la Administración estatal está considerando una moratoria en las ejecuciones a partir del próximo enero, aunque sea demasiado tarde para Clarence Ray Allen", dijo en su editorial el diario Los Angeles Times.



http://www.elperiodico.com/default.a...7&h=060118

Él ya ejecutó a 3 personas antes, que posiblemente no fuesen ni ciegas, ni sordas, ni ancianas, y con toda la vida por delante.. El tema es que nada es justo, ni una cosa , ni la otra..

Largo y tendido hablamos del tema de la pena de muerte el pasado mes. En mi opinion a este le hicieron un favor, la pena es que no le dejaron morirse en su ataque al corazon.

salu2.