Lamentablemente, lo de Oriente Próximo no tiene más solución que la victoria de uno de los bandos: O gana Israel y pierde el fundamentalismo islamista o a la inversa. Y el fundamentalismo sólo perderá si le derrotan los musulmanes moderados, suponiendo que existan.

El Líbano, la Suiza de Oriente Próximo se lo cargaron en una cruenta guerra civil los radicales prosirios, eliminando el equilibrio exquisito que hasta entonces había existido entre musulmanes y cristianos. Desde entonces no ha levantado cabeza. Anteriormente el Líbano no participó en ninguna de las guerras contra Israel.

Eso sí, la propaganda está y estará siempre a favor de los palestinos, que son vistos como los débiles y pàganos de la situación. Pero los ciudadanos árabes gozan en el estado judío de Israel de las mismas libertades civiles y políticas que los demás ciudadanos y por supuesto, mayores que en cualquier país musulmán. Esto rara vez saldrá en los medios de comunicación occidentales.

No os olvidéis que Israel lleva más de 2.500 muertos por ataques terroristas desde la primera Intifada, para una población de 6 millones de habitantes. Esto es como si en España se hubiera asesinado a 18.000 personas en actos terroristas en 10 años.

Por último, para el nacimiento del estado de Israel resulta imprescindible la lectura de la novela Oh, Jerusalén! de Dominique Lapierre y Larry Collins.