suscribo el cabreo con la justicia, pero añado uno más:

un juez aplica un código penal, código perpetrado por los legisladores, en este caso por un legislador y sus colegas, o sea, Belloch y compañía

la interpetación del código por parte de los jueces, en este caso y en tantos, es nauseabunda; pero el caso es que el código es interpretable

así pues, crucifiquemos al sicario, pero crucifiquemos asímismo al hacedor

en cualquier caso, es absolutamente demencial que la vida de un homkbre valga cien mil euros, y la miseria de su homicida sólo merezca un reprimenda social y, eso sí, horas y horas en los medios sobre lo mucho que sufren sus familiares y demás

efectivamente este país va camino de convertirse en una jauría

propicios