A ver, a mí no me parece mal que cambien el nombre a un aeropuerto (y más si es en el extranjero, que hagan lo que quieran), pero me parece de muy poca vergüenza que habiendo gente en éste país que tiene que buscar comida en los contenedores se gasten un pastizal en poner unos letreritos con el nombre del pollo en cuestión. Porque no te creas que va a ser tan fácil (ni tan barato) como quitar un cartel y poner otro. Y ya me imagino a las autoridades que correspondan reinaugurándolo, con lo que eso supone en viajes, alojamientos y dietas (que éstos no vienen gratis ni se lo pagan de su bolsillo).
El cambio de Barajas por Adolfo Suárez costará un millón de euros
Mejor harían en gastarse ese dinero en ayudar al que le haga falta, y no en ensalzar la figura de un tío que era el niño mimado de Franco. Joder, qué poca memoria tiene éste puto país.