Es razonable que los consumidores piensen que defender la cultura a nivel mundial está muy bien pero, si es con nuestro dinero, que empiecen por defender la de aquí. De lo que cuesta un CD, el 90% es para los intermediarios, como mucho el 10% llega a los creadores. Así que la SGAE defiende un sistema en el que los autores de verdad de la obra se llevan las migajas, mientras que la industria se lleva el gran bocado. Y precisamente lo hacen hoy en día cuando los costes de producción se han reducido muchísimo y los costes de distribución con internet son irrisorios.
La causa de la SGAE es justa, hay que defender la propiedad intelectual y la cultura. Pero no consiguen la simpatía de la ciudadanía. Porque la ciudadanía, que no tiene acceso a la información de verdad de la gestión de esos derechos, intuye que lo que paga por los productos culturales no va a los autores intelectuales legítimos de las obras, sino a una cadena de intermediarios. O, en todo caso, a unos pocos afortunados de entre esos artistas que difícilmente convencerán al público en general de que les va mal.
La masa de los autores (y artistas), los que de verdad cimientan la Cultura (esta vez con mayúsculas) de este país, sí gozan de la solidaridad y el respeto de la gente. Y esos autores y artistas no ven en internet un enemigo, sino una oportunidad. Son de aquí, españoles, y no tienen editores que les vendan, por eso pienso que la clave está en esa letra: en la E.
Óscar Rivilla es músico, creador del grupo musical Perversa y socio la SGAE.