creo, con muchos progresistas y otros no tanto, que uno es el único dueño de su cuerpo
si quiero abortar, aborto
si me quiero cambiar de sexo, me lo cambio
si me quiero suicidar, me suicido

y nadie tiene derecho a usurpar o entrometerse en mis decisiones sobre lo que es o tiene que dejar de ser mi cuerpo: es más, el estado debe cooperar para que las tales decisiones se conviertan en hechos

ahora bien, si se trata de órganos susceptibles de donación, entonces no, entonces el estado decide por mí

jodida coherencia, que diría el clásico

propicios