Re: sobre la necesidad del ateísmo político
voy al grano, aunque Curtis, como acostumbra, se ha llevado ya el más gordo
he dicho secta, jodida secta, porque creo que el desempeño político actual tiene esa características, así como sus partidarios, no importa de qué lado, se conducen como perfectos sicarios
he dicho que en esa secta son precisamente los más justos los que menos se enteran, los más fervientes defensores del principio que la origina y pese a los desvaríos que su aplicación ocasione, porque honradamente creen en ese principio, creen en la verdad que lo sostiene
en un post de otro hilo, juk habla e incluso practica un empeño, a mi entender, fracasado desde sus comienzos: tratar de enjuiciar los hechos desprendiéndose de la propia escora política, cuya tendenciosidad el protagonista, cualquier protagonista, conoce y asume
en otros post también de otro hilo, tanto juk como quien suscribe debatimos al respeto de la conveniencia o no de la religión organizada, de sus bondades, de sus miserias, de sus sarcasmos; lo hicimos desde puntos de vista diversos, pero sin ningún afán de enfrentamiento, puesto que nuestro punto de partida era único y singular: el mutuo ateísmo
igualmente en otros posts —en muchos si mal no recuerdo— he asimilado, de pasada pero con propósito, la militancia política con la religiosa, o lo que viene a ser lo mismo, la sustitución del presunto pastoreo de las almas por el cierto pastoreo de los cuerpos
creo, sinceramente, que ésa es una de las mayores calamidades que sufren las sociedades actuales: la adscripción partidaria, el compromiso político, doblemente emputecido si cabe por la creencia absurda, lejos de toda lógica, de que se puede ser mínimamente objetivo sobre los problemas que aquejan al rebaño cuando uno forma parte del rebaño, con especial virulencia cuando ese uno se sabe parte consciente de ese rebaño y con tintes de pandemia cuando el tal uno cree fervientemente que, pese a todo, el suyo es el mejor rebaño posible
no seamos ingenuos: el antiguo y aún presente afán proselitista de las religiones y de sus valedores tiene relevo multipicado en los mítines políticos, en su estructura, en sus estrategias, en sus juventudes, en sus alineamientos y en sus equilibrios de mayorías: los programas de éstos plagian los concilios de aquéllos, mientras que sus principios, como entonces y como siempre, no son si no el disfraz moral de su prejuicios, normativas de piedra
en mi opinión, y sin ánimo de ofender, cualquier adscripción política de cualquier tipo es tan castrante y tan alienante como pueda serlo la religiosa, y no existe ni remota posibilidad de desenvolverse en el entorno de la libertad individual con unos mínimos adarmes de razón desde la pertenencia, la obediencia, la simpatía u otro estigma similar a los enunciados de un partido político ni a la política como tal, del mismo modo que no existe verdadera y profunda afición por la belleza que entraña el deporte en aquel que tiene un equipo, o dicho por pasiva, en aquel cuyo equipo no es el que mejor juega y sólo cuando mejor juega
Cita:
El acto de nombrar puede ser arbitrario, pero no inocente: cada palabra entraña un significado que, con el tiempo, deviene en prejuicio. El primer hombre que dijo «agua» ignoraba que el hielo y el vapor también eran agua. Y muchos de sus descendientes se negaron a asumirlo. El primer hombre que dijo «dios» verbalizó uno cualquiera de sus miedos. Aun desvelado, ese miedo permanece hoy porque permanece su nombre, y hay quienes matan y mueren por conservar intacta su existencia. «Palabras sagradas»: ¿cabe expresar un enunciado más contrario a la razón que ése? Un vocablo, que es un suceso aleatorio, que es una mera herramienta, y que se sobrepone al objeto o a la idea que designa. ¿Imaginas a un matemático rindiendo culto al cero? ¿Imaginas a otro, siervo y discípulo del siete? ¿Imaginas a ambos enfrentados a sangre por la supremacía? Me repugna: puedo entender una pasión, pero no puedo entender una adhesión: la primera saca al hombre de sí mismo, lo sublima, la segunda lo encadena no a una cosa ni a un concepto, lo encadena al símbolo con que esa cosa y ese concepto se representan. Demencial.
dice wilde —en el alma del hombre bajo el socialismo— que los peores papas para la iglesia han sido los mejores para la sociedad; nada más cierto, puesto que sus desmanes provocaron el desafecto del pueblo y la consiguiente independencia espiritual de sus fieles (la herejía protestante es mejor que la herejía cristiana porque contempla menos la divinidad y más a la humanidad, y esto es así y a grandes rasgos gracias a la vida disoluta de un puñado de pontífices, grandes folladores, cuyos excesos acabaron por convencer a un puñado de contestatarios de que, a la hora de hacerse reproches de conciencia, mejor uno mismo que un sinvergüenza como tú pero que nada sabe de ti)
de todas formas, y como decía sthendal, los dioses guarden a aquel que no pertenece a ninguna camarilla
propicios
(otro rato sigo, que me reclama la carne)
