¿Hablamos ahora de lo suyo? Desde el primer día hasta hoy todo el tinglado del grupo Prisa ha estado montado sobre los favores políticos. Favores políticos del franquismo residual al autorizar Arias Navarro la salida de El País, dirigido por quien entonces estaba considerado un hombre de su equipo, con meses de ventaja sobre sus primeros competidores.
Favores políticos de la UCD al autorizar y facilitar el Gobierno de Suárez la compra de la cadena Ser a precio de saldo. Favores políticos del felipismo al adjudicarle una televisión de pago en un concurso convocado bajo el principio del interés público y al permitirle fusionar ilegalmente la Ser con Antena 3 de Radio.
Favores políticos de los gobiernos de Aznar al eludir la ejecución de la sentencia del Supremo sobre este asunto y al autorizar la fusión entre Canal Satélite y Vía Digital que en la práctica suponía el otorgamiento del monopolio de la TV de pago.
Y favores políticos del zapaterismo hoy vigente al transformar la licencia de Canal Plus en una de televisión en abierto -la Cuatro- y modificar la legislación radiofónica para desactivar la susodicha sentencia.
Como se ve, no queda espacio para el catálogo de minucias en el que habría que hablar, en su caso, no de cinco, sino de 50 o 500 concesiones y privilegios locales.
Cuando quien se ha convertido en uno de los mayores multimillonarios de Europa pagando estos favores con la impostura ideológica y la recurrente falsificación de la verdad se atreve a descalificar a los representantes de media España en términos tan terribles, no hay que boicotearle sino contar su vida y milagros.
Cuando quienes forman su cortejo llevan el juego sucio hasta el extremo de involucrar a nuestro periódico -un diario hecho a sí mismo en la libre batalla de los quioscos- en sus sonrojantes ecuaciones con el poder, deben tener por seguro que no nos vamos a quedar callados. Farsantes, fariseos: ¿cómo osáis vosotros hablar de favores políticos?