Brillante, agria y profundamente divertida, todo en uno, Antes del anochecer. La película se ha convertido en un clásico instantáneo, antes incluso de tocar la pantalla. ¿Se acuerdan? Corría el año 1997, Ethan Hawke y Julie Delpy se encontraban en un tren camino de Viena. Lo que seguía era algo más que una larga conversación sobre cosas tales como la vida, el amor y el sexo (los tres básicos). Era, en sentido riguroso, un manifiesto generacional sobre lo que significa tener 20 años. Ya sabeis, la vida antes del colesterol.
El prodigio, pues eso fue, lo firmaba Richard Linklater. Y no contento con ello, tiempo más tarde, en 2004, lo volvía hacer con Antes del atardecer. Entonces, los mismos actores se reencontraban en París ya en la treintena y con el cuerpo marcado por las primeras heridas del camino. Ya sabeis, todos los sueños de juventud, de repente, no son más que eso, sueños. Y eso, a poco que uno haya madurado mal (no hay forma de hacerlo bien), sabe a brócoli (es decir, mal). Lo peor de tomar decisiones es todas las posibilidades que uno deja detrás.
Pues bien, lo han adivinado, Hawke y Delpy lo han vuelto hacer ya al límite de los 40. Es decir, cuando el colesterol más que una enfermedad se convierte en un estilo de vida. Estamos en Grecia, la pareja que dejamos hace nueve años en un apartamento de la capital de Francia a punto de casi todo son ahora pareja (casi nada), tienen un par de gemelas rubias y un pedazo de vida por delante que nada tiene que ver con la inmensidad del trozo que dejaron atrás.
Linklater se limita a reproducir el estilo de sus cintas anteriores pero, y esto es nuevo, con la inteligencia en estado de alerta, es decir, perfectamente consciente de que esto es una trilogía; de que la película tiene su propia historia; de que estamos envejeciendo. De nuevo, la conversación de los personajes se bifurca hasta la extenuación en unos planos secuencia cerca del prodigio.
Pero de repente, ante los ojos sorprendidos del espectador, la película se convierte en un divertido (y algo doloroso, la verdad) juego de espejos donde uno no sólo ve reflejada la vida de los protagonistas sino a sí mismo; a sí mismo contemplando cómo ha envejecido; cómo ha envejecido viéndoles, precisamente, a ellos. En el espejo estamos nosotros.
Conclusión: Brillante, ocurrente, sagaz, amarga a ratos... y ¿conclusión? de una grandisima trilogía.
PD: Si esperas hasta el final de los créditos de esta última, aparece una dedicatoria a una mujer de la que no hemos oído hablar nunca: Amy Lehrhaupt. Y en ese nombre se oculta la verdadera historia en que se basa esta peculiar historia que conquista hasta los menos romanticones.
En 1989, Richard Linklater a sus 29 años conoció a una joven de 20 llamada Amy Lehrhaupt. Él tenía que pasar la noche en Philadelphia antes de volver a su casa en Nueva York, así que tras entablar conversación con ella en una tienda de juguetes, pasaron toda la noche juntos.
Al igual que en ‘Antes del amanecer’ y sus secuelas, su mayor parte es la conversación sobre cualquier tema que les venga a la cabeza, y así comenta Linklater que pasaron “desde medianoche hasta las seis de la mañana, caminando de un lado a otro haciendo cosas que nunca harías ahora, y hablando de arte, ciencia, cine”. También comentó que sí, hubo besos; pero cuando le preguntaron si tuvieron sexo prefirió dejar “un pequeño misterio”.
Con ese misterio también nos dejó en ‘Antes del amanecer’, el cual (en la trama de la película, que no tiene por qué ser la verdadera) se resolvió en ‘Antes del atardecer’ cuando nos confirmaron que sí, se acostaron no sólo una, sino dos veces en aquel parque bajo las estrellas.
La diferencia con la película reside en que al final de esa noche Richard y Amy sí que decidieron mantener el contacto, al contrario que Jesse y Céline que prefirieron quedar exactamente 6 meses después en ese mismo lugar. Como bien nos decían en la película, la distancia era muy mala y pasó lo que sus personajes decían, Richard y Amy hablaron un par de veces más pero cuando Richard comenzó una relación con otra mujer se perdió el contacto.
Es con esta historia con la que Linklater realizó su primera película, y realmente esperó que “ella apareciese en el estreno de Antes del amanecer o algo así“; pero su verdadera historia ya se había separado completamente de la de sus personajes.
Incluso tras hacer su segunda película, el director nunca supo que la mujer que cambió aquel día su vida murió en 1994 en un accidente de moto cuando se dirigía a la fiesta de su 25 cumpleaños. Puede que sólo fuese casualidad, pero fue pocas semanas después cuando Linklater comenzó a rodar la historia que habían vivido juntos. Y fue hace sólo 3 años, que el director se enteró de esta noticia, cuando una amiga de Lehrhaupt le envió una carta, cuando relacionó la historia que su amiga le había contado hace años con el argumento de sus películas.
La noticia fue un duro golpe para el director, e Ethan Hawke, igualmente afectado por la noticia le recordó que si no fuese por ella y esta historia, nunca habría hecho estas películas ni conocido toda la gente que ahora aprecia tanto. Por su parte, Amy Lehrhaupt, quedará siempre en su memoria; y además, ese sentimiento tan especial que tuvieron aquella noche, supo compartirlo a la perfección con el resto de seres humanos del planeta, y quedará reflejado para siempre en el mundo del cine.


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