
Iniciado por
lucentumm1
Ese es un defecto muy actual, pero no de las obras o de los artistas, sino del publico que las consume.
Se da por hecho que la musica es un arte abstracto, una gran sinfonia no imita los sonidos de la naturaleza, sino que crea los suyos propios, esta completamente fuera de los tempos de la realidad.
La pintura por ejemplo, tambien supera esas barreras, copiar la realidad no tendria sentido, se trata de crear algo fuera de toda norma natural aunque en la mayoria de casos sirva como base.
El teatro es un arte que tambien ha superado esa barrera facilmente.
E incluso un nuevo arte creciente actual, como son los videojuegos, tambien ha nacido con esa barrera superada.
Pero en cambio una gran parte de la audiencia cinematografica actual, quizas nacida bajo la sombra de la teleserie, parece no poder superar esa anodina barrera.
En el film, lo menos importante es como llega a relacionarse con sus vecinos, Eastwood lo sabe de sobra, no es tonto ni hace mal las cosas, simplemente relativiza que es importante y que no, y el espectador es el que tiene que darse cuenta al mismo tiempo, haciendose complice de la obra.
Parece que en la actualidad se esta dando un paso atras en ese aspecto, y se le esta intentando poner corsets al medio.
Viendo grandes peliculas como La noche del cazador, Ciudadano kane, los pajaros, etc..., etc..., etc.., etc..., te das cuenta, que hace 50 años eso estaba mas que superado por el publico, lo cual facilitaba el trabajo de grata manera al creador.
Pero en la actualidad, en el mundo de la telerealidad, no solo se ha perdido la capacidad de apreciacion real del mensaje del autor ( en los pocos que aun se mantiene ), sino que ademas parece que la gente se sienta comoda desentendiendose de esa apreciacion.
El espectador, se ha convertido en un autentico vago, no quiere pensar, aprender o conocer, solo quiere pagar y disfrutar, y esta muy bien para obras como las de Michael bay, pero hay una serie de autores que merecen una apreciacion especial, y ahí es el publico el que debe darse cuenta cuando el problema no es la cinta, sino el que la contempla.