La versión del año 45 de “El Retrato de Dorian Gray” es una producción norteamericana dirigida por uno de esos genios no recordados, Albert Lewin (si alguno ha visto su film “Pandora y El Holandés Errante” sabrán a que me refiero). Esta versión, que es una adaptación bastante libre de la obra de Wilde es – simplemente – extraordinaria, ya sea desde un punto de vista fílmico, de realización, ambientación, guion y actuación. El Dorian de esta versión tiene una presencia más bien vampírica y está llena de referencias mágicas, poéticas y religiosas. Deidades egipcias, poemas de Omar Khayyam y el mismo Wilde, la pintura tumefacta de Ivan Le Lorreine Albright, el preludio 24 de Chopin… y por encima de todo una ambientación y realización espectacular en todos los sentidos, desde el plano de apertura (impresionante la actuación de Georges Sanders) con la sombra del cochero, las escenas de la casa de Grey y la representación de las tabernas y antros frecuentados por el protagonista. Quizás la mejor representación de la llamada profundidad de campo cinematográfica que uno puede echarse a la cara, esos planos en los que se muestran instancias simultaneas, esa vivienda que parece el mismísimo museo vaticano.

La película está rodada en un bellísimo blanco y negro con la excepción de los planos del retrato que se muestran en un glorioso technicolor. Las secuencias del brumoso Londres y de los tugurios son realmente increíbles. Aunque Lewin elude mostrar cualquier detalle escabroso de las experiencias de nuestro intemporal efebo, con una sola imagen como la de la puerta por un ser deforme de la taberna que le ofrece paso a una escalera - que parece sacada del mismo Gabinete del Doctor Caligari - es más perturbadora que mil imágenes explicitas.

La mejor versión que he visto y que recomiendo sin ningún tipo de miramientos.



Saludos