En el año 62 Frank Sinatra y Count Basie con su orquesta grabaron por primera vez un disco llamado “Sinatra-Basie: An Historical Music First” verdaderamente histórico. Sinatra siempre tocó con la creme de la creme; las mejores orquestas, los mejores arreglistas y los mejores músicos que se encontraban en la industria, pero esta combinación siempre ofreció una simbiosis especial y única. Todo el mundo conoce a Sinatra, infalible e inimitable en cualquiera de sus interpretaciones pero Basie y su orquesta atómica es quizás la mejor banda de swing que haya pisado esta tierra. Count Basie pasa por ser el mejor pianista de un solo dedo del Jazz y su banda es una especie de cofradía de criminales, se comportan como asesinos implacables con un sentido del tempo de los que cortan la respiración. No es ninguna sorpresa que el resultado fuera extraordinario pero no por ello no deja de ser impresionante el sonido y la precisión rítmica de la banda, trabajando como un grupo de asesinos de élite. Su forma de manejar la tensión es increíble, su maestría en la dinámica y la acentuación. Hay veces que suenan como si fueran un animal exhalando una fuerte respiración en el fondo de una cueva a la espera de asestar el ataque. Destacables también los arreglos de ese genio llamado Neal Hefty, habitual de Basie y Sinatra.
Este es su tema de apertura, el clásico interpretado por Bing Crosby en la película del mismo título “Pennies From Heaven” (algo así como dinero llovido del cielo);



Dos años más tarde y para el mismo sello Reprise volvieron a grabar otro disco magnífico llamado “It Must as Well Be Swing”, arreglado esta vez por Quincy Jones. Un disco que abría con lo que llegaría a ser uno de sus grandes éxitos, la canción “Fly me to the Moon”. Y dos años más tarde grabó un directo en Las Vegas con Count Basie y su banda también producido por Quicy Jones llamado “Sinatra at the Sands” que ha quedado como uno de los mejores discos en directo que jamás se hayan grabado, pura electricidad. Pero eso es otra historia.

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