Bueno, yo también confirmo la gran clase de la Orquesta del Teatro Mariinsky con Giergev al frente, en el concierto del pasado lunes, una 2ª de Mahler que se pasó en un suspiro (dura unos 90 minutos).
La dirección, sin partitura ni batuta, de Giergev fue un ejemplo de liderago, obteniendo una interpretación donde los colores orquestales, tan característicos e hipertrofiados de Mahler, se superponián sin arrollar los metales a las cuerdas ni estas a las maderas. El sonido de los instrumentos, si bien no llega a ser tan nítido como en una grabación (ese hiperrealismo al que nos estamos acostumbrando con micrófonos casi dentro de los instrumentos, o dentro, léase el piano), era muy bello, sobretodo la cuerda que se lució en el Andante.
Si algo era mejorable, y me lo temía, fueron las solistas, la soprano Olga Kondina, a la que la edad no ha favorecido vocalmente y la mezzo Zatla Bulycheva que tampoco destacó en sus intervenciones. Ambas lejos de la Mathis / Soffel de la grabación de Tennstedt y de la Ludwig / Hendricks de la grabación de Bernstein.
Por contra el coro tuvo mejor noche y la interpretación del cuarto movimiento, Urlicht (luz primordial), "Muy solemne pero sencillo, como un coral", fue verdaderamente celestial. Y una cosa curiosa, cuando lo oía me recordó una de mis obras favoritas para coro y orquesta, la Rapsodia para Contraalto op. 57 de Brahms *:( emocionante e imprescindible).
En el último movimiento, a la manera de la Pasión según S. Juan de Bach, hay pasajes que se interpretan por metales y percusión que se sitúan fuera del escenario, consiguiendo la sensación de llamada lejana, del más allá. Este efecto mucho más evidente cuando asistes a la representación en vivo que en las grabaciones, pues estás oyendo sin ver a los instrumentistas e imaginas la llamada al Juicio Final del dramático final.
Y por suerte, no hubo "llamada de Mahler" *![]()



LinkBack URL
About LinkBacks



( emocionante e imprescindible).

Citar