Yo soy partidario de tener el reproductor por un lado y el/los discos duros por otro. Mis motivos:
- Los discos duros externos no hacen más que bajar de precio y aumentar en capacidad (por no hablar de soluciones menos elegantes pero más económicas, como las bases para discos duros internos adaptadoras a usb). Cuando se llena, se compra un disco duro más (escalabilidad). Cuando falla un disco duro externo, se cambia por otro y punto (más barato y con más capacidad que al que sustituye). Si falla uno interno, te toca llevarlo al servicio técnico, o abrir el cacharro tu mismo y perder la garantía. si falla el reproductor, tus datos siguen accesibles y a salvo, y sólo tienes que cambiar o arreglar el reproductor (y siempre puedes tirar de portátil o de otro reproductor de forma provisional).
- En muchos casos ya tenemos nuestros contenidos multimedia (o buena parte de ellos) en este soporte, así que ¿para qué pagar por algo que ya tienes? Y encima, más caro.
- Si te compras reproductor + disco USB, tienes un reproductor y un disco duro USB. Parece una perogrullada, pero si un día te toca mover datos, un disco duro lo puedes usar para esto, pero un reproductor con disco duro interno no lo vas a andar paseando por ahí. Más funcionalidad.
- Si te compras reproductor + disco USB, y quieres mover datos al disco duro (y no tienes el reproductor conectado en red local, claro), lo desenchufas del reproductor (el usb, y si es de sobremesa, la fuente de alimentación) y te lo llevas al PC. Si te compras un reproductor con disco duro interno, tienes que soltar además de la fuente de alimentación todos los cables de audio y vídeo, y luego volver a conectarlos.
- Si mañana sale un nuevo formato que tu reproductor no lee, y no sale una actualización del firm que lo soporte, puedes cambiar sólo el reproductor. El disco duro lo sigues teniendo.
Bueno, creo que mi postura es clara. Habrá quien prefiera el todo en uno (por quitarse de cables básicamente), pero no es mi opción ideal.
Saludos.