Lo suscribo totalmente.
Yo mismo restauré casi de principio a fin un Seat 600. Disfruté del proceso muchísimo. Casi mas que lo estoy disfrutando terminado. Aún disfrutando, me costó más dinero, sangre, sudor y lágrimas que si lo hubiera llevado a un restaurador.
Pero la satisfacción de crear o revivir algo con tus manos es enorme. Y el valor que le das después no se mide en dinero. Yo ahora mi 600 no lo vendo ni por todo el oro del mundo. Es mi tesoro.
De tal modo, espero que con la sala pase algo parecido. Disfrutar de inicio a fin.![]()