El primer ministro turco ordenó la semana pasada el cierre definitivo de Twitter en su país. La razón de esta decisión es porque días atrás se filtraron una serie de conversaciones telefónicas a través de esta red social, provocando un gran revuelo en el país otomano justo en pleno proceso electoral. La reacción de su presidente, Tayyip Erdoğan, fue dura y contundente: "Ahora tenemos una orden judicial. No me importa lo que diga la comunidad internacional. Todo el mundo será testigo del poder de la República Turca".

El cierre de las redes sociales solo se suelen dar en países autoritarios y dictatoriales, algo que Turquía “en teoría” no era. ¿Y cuál fue la reacción de esta censura absoluta por parte del gobierno turco? Pues como internet es un medio completamente imparable, internautas de todo el mundo filtraron una forma de entrar en Twitter a través de la DNS de Google 8.8.8.8. Es más, numerosas calles de Estambul aparecieron pintadas con esta fórmula para que los usuarios turcos pudiesen acceder a esta red social de manera normal.

Sin embargo, la censura para Turquía no va acabar aquí. De hecho, Tayyip Erdoğan ya está planteando también cerrar también otros portales como YouTube o Facebook, para que así no se filtre ningún tipo de vídeo reivindicativo en contra del gobierno turco. Sin embargo, Google se ha negado ya a retirar cualquier contenido ya que iría contra del principio de libertad de expresión.

Ahora la guerra mediática entre internet y Turquía ya está abierta. ¿Quién ganará?