ni idea de esto
fascinante

si os interesa, el reportaje completo en
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/0...240089766.html



CRÓNICA | Cuenta su historia por primera vez
Marien, asistente sexual de minusválidos


  • 'Les doy todo el cariño que puedo. Están necesitados de afecto, son especiales'
  • Las trabajadoras del sexo lo ven como 'un servicio social'

Martín Mucha (Crónica) |


Cruza la calle con andar de gacela. Su casi metro ochenta. Sus cuarentaitantos años. Ella es Marien en su vida profesional y Montse cuando recupera su auténtico yo [y viceversa]. Su cuerpo es su negocio. Cruza y nos invita a visitar su refugio. Estamos en un pueblo de costa a 50 kilómetros de Vigo donde ella está de vacaciones. Se ve el Atlántico y la montaña desde la ventana de su apartamento. Ella es prostituta. Pero con una especialidad que la hace distinta. Única. Marien atiende a discapacitados. "Hombres con síndrome de Down, tetrapléjicos, quemados, gente que padece obesidad mórbida... Comencé hace 11 años...". En plena charla, las olas, la lluvia y el viento se cruzan formando un sonido ambiental extraño, de distorsión natural. Es Jueves de Pasión y, por momentos, el ruido se hace tenue. Permite escuchar mejor lo que dice Montse. Comenta, como si fuera un confidente, los inicios de Marien. Ella encontró su senda atendiendo a aquellos que ninguna otra prostituta quiere.
-¿Cómo se dio a conocer?
-Comencé a anunciarme en los periódicos de Cataluña cuando me hice escort independiente. En los clasificados ponía desde un principio que atendía a discapacitados. Me especialicé. Tengo clientes fijos, de años. Pero son anónimos. No hago preguntas, aunque ellos suelen contarlo todo. Pelo azabache, tornasol a pesar de lo grisáceo del día. Ondulado. Lleva una chaqueta marrón de tela de traje y una minifalda a juego. Sus piernas lucen extensas y musculadas. Ha trabajado mucho con ellas. En el gimnasio y en la vida. Los zapatos de tacón, con tiras que rodean sus pies y sus tobillos, le recuerdan que vive una permanente dualidad. "Es el icono fetiche de Marien". A pesar de estar cerca de los 50, no tiene arrugas. No hay cicatrices de operaciones, así que esa lozanía es suya. Natural. Sus manos son aún mas jovenes que su rostro. Dedos largos. Un anillo con un cristal enorme. Uñas con manicura recien hecha. De ascendencia gallega, nació en Cataluña. Ejerció de todo. Limpió escaleras a los seis años. Cuidó ancianos... Se casó a los 17. Fracasó. Eligió un sendero diferente.
Su último servicio antes del encuentro con Crónica, un hombre [llamémosle Juan] con esclerosis lateral amiotrófica, la terrible ELA. Pagó sin negociar. "No acepto los regateos, simplemente cuelgo el teléfono". Son 200 euros la hora. Juan, cuarentón, recibió de ella las primeras caricias de mujer adulta de su vida. "Eso me dijo, no tenía por qué mentir". Marien, profesional, hizo su trabajo. Le dio placer. El hombre había llegado a su piso de Barcelona -ciudad donde ella trabaja y reside- apoyándose en las paredes del pasillo. Ella le recibió con unas sandalias. Al verlo, recuerda, la comisura de sus labios se quebró, pícara, hacía arriba. "Les doy todo el cariño que puedo. Ellos están necesitados de afecto, son especiales".
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