Con el lanzamiento del Chromecast, Google indirectamente ataca al mercado de las “Smart TV”. Dichos aparatos integran de fábrica la plataforma necesaria para conectarse a Internet y ver vídeos en YouTube, Netflix y navegar por sitios web, incluyendo la antena WiFi y la mini-computadora a bordo. Pero el Chromecast utiliza la misma plataforma existente en teléfonos y tabletas para realizar idéntica labor, sólo extrayendo la imagen para proyectarla a mayor tamaño.
Esto le quita un peso de encima a la TV y la utiliza sólo como lo que es en esencia: un panel grande de puntos o pixeles, robando el negocio de los televisores inteligentes de manos de fabricantes como Samsung o Sony y llevándolo al bolsillo de los clientes, pues cada uno carga en su tableta o teléfono lo necesario para ver videos y explorar la web, sólo que hacía falta el puente entre estos y la TV en casa.