Maravilloso el ejemplo del propietario de la desafortunadamente conocida librería barcelonesa. Perfecto para quedar retratado.
Quizá es que al final más o menos estamos todos de acuerdo con que los tirititeros han jugado al limite, aunque tengo la impresión de que a partir de ahora se lo van a pensar bastante. También que nos parece de dudoso gusto el espectáculo y un enorme desacuerdo haberlos contratado en general y aún mayor error permitir que lo vieran niños (aunque sinceramente seguro que don los que menos han pensado en todo lo que está ocurriendo y ya ni se acuerdan del evento). Si en cuanto tengan ocasión repiten y no cejan en su empeño, serán reincidentes y creo que perderán las simpatías que ahora conservan.
Y quizá la diferencia es que el señor Varela ya había sido condenado en Austria y aquí sufrió muchas detenciones sin prisión antes y fue advertido en innumerables ocasiones de lo ilegal de sus reuniones de apología nazi, racista y tifo tipo de -istas como mínimo de índole discutible.