A mi todo lo que ha sucedido tras los atentados me parece muy lamentable salvo el comportamiento de la gente que me ha parecido muy sentido y razonado. La politización - en su peor acepción - ha sido empleada ad nauseam de una forma sorprendente y hasta surrealista. Empezando por el concurso de méritos adquiridos en el atentado; por un lado Ana Colau por no poner los maceteros, los Mossos y la Policía nacional por guardarse la información para ellos, el Rey vendiendo armas a los Terroristas desde la Zarzuela ¡¡¡. Al final la participación de los propios terroristas ha quedado reducida prácticamente a un papel testimonial ante tal cantidad de apoyos.

La segunda fase es la del halago hiperbólico. Los mossos convertidos en caballeros templarios por mor de su catalanidad y buen hacer. Hasta los más irredentos defensores de los derechos humanos y animales se congratulan de que acribillen a los terroristas por blandir un lápiz sin punta. Las glosas de las hazañas bélicas me han dejado noqueado, aunque a nadie se le escapa el trasfondo de tales excesos. El consejero de interior catalán elevó el listón de la precisión socio-biológica al discernir entre víctimas catalanas y españolas. No se si se me podría acusar de demasiado exigente por pedir conocer su afiliación futbolística, cuantos eran del Español y cuantos del Barsa.

Y por último la manifestación. Los analfabetos de la CUP raramente nos sorprenden con sus elaborados argumentos políticos, pero cuando nos enteramos que los que organizan el servicio de seguridad de la manifestación es la ANC se nos anegan los ojos en lágrimas. Qué maravilla... pero todos sabemos que eso es lo que se llama libertad de expresión, aunque más bien pareciera libertad de presión.

En fin, tengo la esperanza de que si alguna vez tengo la desgracia de ser víctima de un atentado, no me reivindiquen con banderitas o para causas ajenas.

Saludos