Muy interesante entrevista a un intelectual políitico canadiense (anglo-húngaro) en El País Semanal que enlazan hoy.
Habla de más cosas, pero también de Cataluña.
Muy serenamente, dice cosas en las que deberíamos estar de acuerdo.
https://elpais.com/elpais/2018/05/15...ml?por=mosaico
Michael Ignatieff: “La unidad nacional está en permanente construcción”
Previamente, comenta desde su situación personal, enfrentado al Gobierno de Orban en Hungría, el significado de fascismo. Y efectivamente, señala qué es fascismo mejor y de froma más simple que ninguna otra definición que haya encontrado:...
¿Qué opina de Cataluña? El nacionalismo catalán no es nuevo y yo no puedo evitar ver este asunto desde la óptica canadiense. Es decir, no veo nada anormal en este nacionalismo, no creo que sea posible que desaparezca ni que se pueda aplastar. Quebec es un hecho para los canadienses, pero defiendo la integridad territorial, porque somos más fuertes si estamos unidos. Estoy en contra de una declaración unilateral de independencia porque puede conducir al caos y a la violencia. Un grupo nacionalista no tiene derecho a organizar un referéndum y tratar de escindirse, hay que negociar.
¿Cuál es la salida? No se pueden solucionar los problemas políticos con instrumentos legales. La ley no puede convertirse en un fetiche. En 40 años de crisis constitucional en Canadá hemos logrado salir adelante gracias al diálogo.
¿Confía en los referendos? En Canadá hemos tenido dos y no creo que sea la manera de cerrar los problemas. El Brexit lo ha confirmado. Estas cuestiones deben ser solucionadas entre políticos y no deben ser trasladadas a la gente porque te arriesgas a que ocurra una catástrofe. Pero insisto: es responsabilidad de los políticos, no de los jueces; estos temas tienen que quedar fuera de los juzgados, de los medios, de los activistas, y volver a estar en manos de políticos responsables.
¿Cuál es la lección? España, uno de los grandes logros de Europa, no es el único Estado con un problema de identidad. Ernest Renan decía que un país es un plebiscito diario, así que la unidad nacional está permanentemente en construcción, no termina nunca. Estoy en contra de forzar a la gente a elegir una identidad por encima de otra, y la española, como ocurre en muchos otros casos, es compleja y múltiple. En la política democrática moderna esto es un problema normal, hay que superarlo. Hoy se piensa que al final está el colchón de la UE: somos globales, Barcelona es global. El nacionalismo del siglo XXI te quiere convencer de que es cívico, inclusivo y cosmopolita. Rechaza ser corto de miras, sectario, supremacista o intolerante, pero lo es. La situación del lado español es simétrica.
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Una de las frases entrecomilladas y resaltadas en el texto es categórica:En el nuevo libro habla de la fractura social y los movimientos nacionalistas, y suena el eco del siglo XX. ¿Qué tiene esto de nuevo? He estado leyendo Doktor Faustus, de Thomas Mann, que describe la pérdida de autoridad de la cultura, los ataques al conocimiento, el amor a los extremos, el entusiasmo por las respuestas fáciles, el esteticismo de lo fuerte y de lo firme, la radicalización de opiniones de la izquierda y de la derecha. Debemos releer los grandes libros de 1920 y 1930 y pensar en lo que nos cuentan, sí, pero el fascismo es el fascismo, y el Estado con un partido único en el siglo XXI es otra cosa.
¿En qué sentido? Estoy en medio de una batalla con el señor Orbán, pero no tengo miedo, porque no tiene una policía secreta y no me va a arrestar. El fascismo es algo muy específico; es el empleo desde la política de la violencia para mantenerse en el poder. España sabe de esto, y Alemania, también.
Pero ese fantasma es agitado una y otra vez. Por eso es importante recordar que el fascismo no es cualquier tipo de extremismo, no es populismo. Estamos confundiéndolo todo. Debemos leer sobre la República de Weimar, pero estamos en otro sitio. Hoy se suma el 11-S y el terrorismo global con las crisis financiera y migratoria. Occidente ha sufrido estos tres grandes shocks que han destruido la política convencional, y hay nuevas formaciones políticas que se están aprovechando. No es raro que nuestro sistema político se esté fragmentando; la gente está asustada, desorientada y busca respuestas y liderazgo. No nos hemos vuelto locos: ha habido graves convulsiones y tratamos de ver cómo lo gestionamos. Trump es un signo de eso, el Brexit es otro, y el nacionalismo catalán, también, por su coincidencia con la crisis de 2008. Y hay que añadir la revolución digital. Nadie comprende en su totalidad lo que estamos viviendo. No le voy a contar una bonita historia que ate todos los cabos porque no creo que sea posible.La entrevista es muy buena, de muy alto nivel ético e intelectual.“El nacionalismo del siglo XXI te quiere convencer de que es cívico, inclusivo y cosmopolita. Rechaza ser sectario, supremacista o intolerante, pero lo es”
A ver si los más radicales a un lado y otro pueden comprender que nos reparte estopa a un lado y a otro.