Cuando una persona se siente engañada, le han intentado tomar el pelo, o directamente le han tomado el pelo, timado o estafado, cuando una persona se queda sin armas legales para luchar contra eso, para luchar por lo que es justo, impotente ante poder demostrar algo por falta de pruebas, solo queda gritar a los cuatro vientos la injusticia vivida, publicar en mil y un foros la historia e intentar ser creíble con el fin de enseñar a la gente qué se oculta detrás de alguien o algo y abrir los ojos a los demás.

Con esto os quiero explicar una historia real, publicarla e intentar que nuestro amigo Google la encuentre y la indexe en su base de datos para facilitar que los navegantes de Internet la vean y lean. No hay nada mejor que aprender de las experiencias de otros.

Bien, el caso es el siguiente: tengo una piscina desbordante de poliéster desde hace poco tiempo, de esas de una pieza como de plástico que se hace el agujero y una grúa la mete dentro, digamos “baratilla”. Esto no es relevante pero pone en situación. La compré con toda la ilusión del mundo y con unos ahorros generados a partir de privarme de muchas cosas. Llamé al piscinero, Portillo Piscinas (http://www.portillopiscinas.com/ para más información), el que la fabricó y la montó, para que me instalara una pequeña caja eléctrica hermética como protección de unos cables que instalé yo, cosa que también podría haber hecho yo mismo dada su sencillez. Por la confianza que le tenía al piscinero no lo hice, pensé que al mismo tiempo me harían una ojeada general para ver si llevaba un mantenimiento correcto al ser novato en este tema. Todo sería cosa de una hora pensé, que no me saldría muy caro. El técnico que fue a realizar el trabajo, se presentó poco antes de las tres de la tarde, instaló la cajita, hizo una revisión visual general comprobando que todo estaba bien y como complemento limpió la caseta de la bomba y filtro, posiblemente por dar un servicio extra y/o justificar un tiempo. A las cuatro y media ya se había ido, media hora más de lo esperado pero sin importancia. Sobre este trabajo no pedí presupuesto, la confianza hizo acto de presencia. A los dos días, recibí la factura con los respectivos conceptos:

“Reparación de no sé qué y no sé cuanto… 165€”

“Desplazamiento… 39€”

más el IVA 18%.

Automáticamente, antes de encenderme y que me subiera la presión arterial, solicité la factura detallada especificando tantas horas a tanto la hora intentando averiguar donde estaba el abuso. La respuesta:

4h * 39€/h = 156€

Caja eléctrica = 9€

Desplazamiento = 39€

Total = 204€ + 18% = 240,72€

Casualmente, el precio de la hora coincide con el precio del desplazamiento, media hora de camino más la vuelta sería una hora. Es decir, en ese punto me di cuenta de que el desplazamiento se paga por hora de técnico y no por kilómetro recorrido, que sería lo normal pero siempre se puede argumentar que corresponde a X€/km ya que los precios en este país son libres. Como los precios son libres, me aguanté y callé. Luego 39€/h es caro, pero no es abusivo, me aguanté y callé. Seguidamente puse la vista en 4h, -¡¡¡¿Como?!!!!, grité. Automáticamente me puse en contacto con el piscinero: -¡¿qué es esto?, han sido 1,5h y eso es lo que te voy a pagar, o eso o nada! ¡Comprueba tus datos por que algo no me cuadra! Ahora recuerdo que no se firmó albaran, así que no sé de donde sacas esas horas. Pensé que era un intento de estafa en toda regla, pero antes de hacer una acusación tan fuerte preferí callar de nuevo para estudiar bien el tema.

Finalmente, el resultado ha sido que el piscinero “dice” que el técnico mantiene que fueron 4h y por lo tanto las intenta cobrar. Luego, bajo la excusa de que “como no hay albaran” rectifican la factura a 1,5h, que son realmente, no lo olvidemos. Total, no reconocen ni me dan la razón, aunque nadie lo haría, si no se estaría reconociendo un intento de estafa. Como mucho, se diría que el técnico ha contado mal o que es una equivocación con mil y una excusas corrigiéndolo todo. De esa manera aún habría alguna posibilidad de conservar al cliente, que me he quedado echando humo por las orejas bajo la impotencia de no poder demostrar nada. Llegados a este punto, y bajo una decepción extrema, pienso retrasar lo máximo posible el pago, pagando caro, pero lo asumo porque no tengo armas, no sé precios oficiales, no tengo presupuesto, etc., no puedo hacer nada más. Ya no es cuestión de un abuso o estafa, solo es un servicio caro y existe el deseo de zanjar el tema para no entrar en un estira y afloja.

A quedado claro que “la confianza mató al gato”, que las cosas bien hechas no tienen precio, hay que pedir presupuesto, aceptarlo, comprobar el albarán, firmarlo, recibir la factura y pagarla, un procedimiento sencillo que nos evitarían muchos problemas.

Espero con esto que mucha gente tome ejemplo, y lo que más, contar esta historia real para hacer pensar que hay que filtrar y separar empresas profesionales y serías, que las hay, de otras que son todo lo contrario, como es el caso.