Esta criatura como el otro y el de más allá sabe lo que vende y a quién se lo vende -débiles mentales que escuchan un tipo de emisoras, leen un tipo de prensa, ven un tipo de basura supuestamente intelectual-, no son tontos y saben de dónde caen las subenciones y las palmaditas.

Mañana algún listo se cagará en una iglesia y lo venderá. Y se lo comprarán y alabarán y finalmente bendecirán.

Para estos débiles mentales -los que consumen- la genialidad es todo aquello que resulte revolucionario y subversivo pero que se restringa -eso sí- a unos cánones predeterminados y con tendencias marcadas con claridad.

El resto es poner la mano para recoger dinero. ¡Ay pobrecitos, esos que entran al juego!