Hace tiempo que llegué a la conclusión de que para disfrutar de una televisión no hay que prestarle más importancia a los ajustes del que merecen. Estamos más a la caza de una escena en negro para ver si se ve negro o descafeinado, si vemos el marco de la tele o no, si las caras salen demasiado rojas o si es correcto cómo vemos la puesta de sol en El Renacido porque alguien dice cómo se debería ver, que disfrutando del visionado.

No existe un ajuste polivalente perfecto para todas las fuentes que queramos ver, pues cada una de ellas tiene sus características. Los patrones nos pueden ayudar pero la percepción personal de cada uno es la que debería primar. Y es algo de lo que no se habla. De los gustos personales. Sin ir más lejos yo lo tengo en modo personal con algún mínimo ajuste, en contra de lo que la mayoría utiliza, y es como mejor lo veo. Y que no me lo toquen.

Rompámonos un poquito la cabeza los primeros días, pero luego limitémonos a disfrutarla que para eso se compró.