No Matías, no lo hemos permitido, nos la han metido doblada. Los de la, en su momento, oposición, nada dijeron pues sabían que en el juego de boomerang en que ha devenido la política de este país, tarde o temprano tendrían ellos cogida la sartén por el mango.
Curiosamente nadie se planteó un referendum para ello, como pasa con cualquier asunto que represente un recorte de libertades comunes o individuales. Y es que la mierda de clase política que tenemos, cada vez de peor calidad, cree que el pueblo es tonto, y ellos listos. Lógico en quien resulta elegido en plebiscito, acto divino y con categoría de auto de fé.
No existe una JUSTICIA. Hay jueces que, con mejor o peor fortuna, imparten la misma a su leal saber y entender, con independencia y equidistancia. Y luego hay una manada de golfos que hacen lo que les dá la gana, favoreciendo intereses partidistas o de los grupos de poder, por decirlo de una forma suave, amparándose en la impunidad judicial. Me resulta incomprensible que en pleno siglo XXI un(a) juez(a) -Bibi, hija, la que has liao- aún tenga esa prebenda casi mágica de la impunidad, como si fuera un vulgar disosecillo de tercer nivel.
En tiempos donde las responsabilidades civiles ahogan a muchos profesionales y te quitan el sueño aún 30 años después de haber estampado tu firma en el proyecto, acta, certificación o documento de marras, que un vulgar humano cuyo único mérito ha sido opositar a la judicatura sea intocable resulta denigrante y bochornoso. Porque lo peor no son sus errores y equivocaciones, las cuales repercuten en vidas, familias, en suma personas tan personas o más que ellos, destrozadas, no, mucho peor aún son sus omisiones. Lo primero se entiende en un sistema tan imperfecto -pues de simples humanos procede- aunque no justifica la exención de la responsabilidad y de la necesaria reparación y castigo, como a TODOS. Lo segundo no sólo raya, invade completamente lo intolerable. Y a poco que salta algún caso a la primera plana de los rotativos, ellos a cerrarse en centurias con sus correspondientes contubernios, no fuera que julepe yo, julepe diós.
Así que esperar en el caso Gürtel algo más que un simple tirón de orejas a algunos caciquillos locales y los correspondientes chivos expiatorios chupando trena por pardillos es pura quimera.
Palabrita de gambosino de Santa Pola.