Cita Iniciado por Albert Dirac Ver mensaje
Yo pienso lo contrario, ahora mismo cualquiera puede llegar a todo el mundo, a cientos, miles o millones de personas sin más que publicar un clip en youtube.

Después, puedes firmar un contrato con una compañía, o no. También puedes tocar en la calle, en locales, enviar maquetas, ir a concursos,... como se ha hecho toda la vida.

Estoy más o menos familiarizado con la labor de jovenes talentos en buena cantidad. Algunos los recomiendo en este mismo Foro. De hecho, me es absolutamente imposible seguir la pista a todos. Necesitaría varias vidas.
Es que esto es un debate difícil de centrar para un teclado tan pequeño sobre el que existen diversas perspectivas, el del consumidor y las ventajas que aportan las nuevas tecnologías, el de la industria musical y el de la situación de los músicos.

Desde la perspectiva del consumidor es también un panorama borroso, porque no tiene mucho que ver el del consumidor maduro que ya tiene una idea clara de lo que busca y no tiene demasiado interés en buscar otras cosas. Claramente es muy beneficioso descargarse contenidos sin ningún coste o un coste marginal.

En cuanto a la industria musical los datos hablan por si mismos. La música popular es (o era) una industria tremenda sofisticada y con diversas ramificaciones en varios sectores (medios, estudios de grabación, compañías editoriales, etc…). Es cierto que la digitalización de la música grabada tiene aspectos muy positivos como la eliminación (o reducción máxima) de los costes de distribución y la cuasi inmediatez de respuesta pero lo mires como lo mires la profesionalidad de cualquier actividad mejora exponencialmente la calidad del producto en todos sus aspectos (producción, arreglos, sonido, promoción, búsqueda de talento, presentación…). Si me preguntas yo diría que son unos sinvergüenzas que mejoran sustancialmente el producto. Ten en cuenta que el ratio que se manejaba en la industria en sus mejores momentos era que solo un 10% de los discos lanzados por las “Majors” eran rentables. Con esto se sufragaban todos los gastos de aquellos productos con nulo efecto comercial (pero NO artístico) y además tenían pingües beneficios.

En cuanto al artista existen dos aspectos, el económico y el artístico. En el económico es paupérrimo y algunos argumentos son realmente voluntariosos, como el de que los artistas ahora además de autoproducirse deben buscar su rentabilidad en los conciertos, en el “merchandising” y en la gestión comercial. Ja ¡!!, ahora un artista tiene que ser un empresario… y un águila del Marketing. Es cierto que ahora uno graba lo que quiera y lo sube a Youtube o cualquier otra plataforma al uso según los grabas. Pero no sólo tú, sino otros 50 mil millones de artistas nóveles que desean que les presten atención con productos que son por lo general auténticamente impresentables. ¿Quién filtra ese contenido?, porque aquí todo el mundo piensa que es la última coca-cola del desierto. Quizás algún algoritmo de esos que son incapaces de entender el contexto de lo que es una expresión musical y analiza la psico acústica de un tema. En fin, ese es otro cantar pero en el arte (y en casi todo, me temo) siempre prevalece la regla sagrada de que el 90% de cualquier cosa es una mierda.

En fin, que tampoco quiero profundizar demasiado porque es un tema bastante complejo por las diversas variables que convergen pero mi mejor recomendación al respecto es hacerse con las dos mejores obras sobre este asunto que han pasado por mis manos, el libro del periodista (y matemático de formación) Stephen Witt llamado “How Music Got Free” (Como dejamos de pagar por la música en su edición española) y el del redactor de la revista Rolling Stone Steve Knopper “Appetite for Self Destruction” quizás más ameno pero con una visión muy certera de los entresijos de la industria y la piratería.

Saludos