Llamar facha a alguien (Javier) que en su momento ensalzaba a quien prefería las urnas rotas no es cuestión de opinión. Es un facha.
Obviamente lo anómalo para ellos es la existencia de urnas y su obligado paso por ellas para medrar en política, así como ajustar sus estatutos para entrar en el juego democrático; esto permite que un fascista pueda presentarse a elecciones y la libertad de expresión permite que haya quien les defienda y blanquee.