Un buen ejemplo del mal estado de los guardarraíles de nuestra democracia, fruto del manoseo partidista de las instituciones, son las resoluciones ayer de la Junta Electoral Central por las que se pretende inhabilitar a Quim Torra como presidente de la Generalitat y desposeer de la inmunidad parlamentaria como eurodiputado a Oriol Junqueras, en este caso contraviniendo la resolución del Tribunal de la Unión Europea y su clara indicación de que corresponde “al tribunal remitente”, el Supremo español, la aplicación de su sentencia.
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Solo el Supremo puede destituir a Torra, con sentencia firme en la mano. También es el Supremo el que debe decidir como se aplica la sentencia europea sobre Junqueras.
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