Una de las cimas del género de terror, “The Innocents” (Suspense), el film dirigido por Jack Clayton en 1961. Basada en una de las novelas más increíbles e innovadoras del género que nunca han sido escritas, “Otra Vuelta de Tuerca” de Henry James. El nombre de The Innocents se debe a la adaptación teatral del mismo título que se realizó por William Archibald en el que se basó el guion de la película.

Esta obra cambió por completo y revitalizó los relatos de fantasmas aunque esto es una descripción muy pobre de todo lo que significa esta novela y en este caso esta absoluta maravilla cinematográfica. Desde la reencarnación, lo fantasmagórico y sobrenatural, la neurosis, la posesión o la perversión hasta la corrupción de menores y la represión sexual son elementos que forman parte del relato pero en mi opinión no reside hay su grandeza, sino en la maestría y tipo de narración con la que se da forma al relato, en donde la subjetividad, la inconcreción y la ambigüedad empleada te deja plagado de incertidumbres y te lleva a un estado de duda permanente; ¿ha dicho lo que yo creo que ha dicho?, ¿vio lo que vio o solo lo imaginó?, ¿quién es el verdadero neurótico en esta historia?... cada nueva lectura o visionado te puede conducir a diferentes interpretaciones. Un relato inagotable.

Técnicamente es también una película excepcional, la fotografía es realmente increíble, un blanco y negro matizadísimo y magistral de uno de leyendas de la industria, Freddie Francis. Tan magistral en los exteriores paradisiacos de la mansión como en la representación de los elementos góticos del interior, en la noche oscura como en las mañanas soleadas y luminosas. La música es también fantástica del compositor francés contemporáneo Georges Auric que realizó varios obras de la llamada música incidental. Además se emplearon de forma pionera varios efectos de música electrónica por otra de las pioneras mundiales, la británica Daphne Oram.

Es imposible no mencionar el excepcional trabajo de Truman Capote en el guion, una maravilla de precisión y sentido. Yo diría que los diálogos infantiles son incluso más profusos que en la novela; sorprendentes, intangibles en ocasiones e inconclusos pero llenos de sugerencias e interpretaciones sin dejar de sonar naturales. Por último hay que mencionar a Deborah Kerr (aunque todos los actores están maravillosos, incluidos los niños) en lo que yo considero uno de los mejores trabajos de su carrera. Su progresiva transformación desde la institutriz bondadosa y jovial en un personaje más cruel, vengativo, desencajado y lleno de traumas sexuales que nunca son claramente verbalizados pero claramente dibujados en su rostro y sus ojos. Las dudas, la desesperación por dar lógica a unos hechos que son de naturaleza evanescente que la dejan en un terreno entre una neurótica reprimida o una víctima de su estricta moral religiosa.

Una de esas películas irrepetibles.



Saludos