El gran Brahms creó alguna de las obras clásicas más extraordinarias para el clarinete, el Trio Op. 114, un Quintento (Op. 115) y dos sonatas. Todas ellas en los últimos años de su vida. Este músico circunspecto, introspectivo y hasta cierto punto pudoroso, con un aire taciturno que impregna sus obras se erigió (muy a su pesar) como el mayor representante de la tradición clásica y por ello fue vilipendiado (y aclamado) en la polarización entre los proponentes de la "nueva música" (Wagner) en el siglo 19. Lo cierto es que la profundidad, complejidad y perfección de sus obras le convierten en una referencia ineludible.

Este es el Trío para Clarinete, una de las formas que toma la perfección para disfrazarse:




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