Además, no debemos olvidar que todas funcionalidades que hoy en día incorporan las pantallas en nada se quedarán obsoletas o cuando menos, insuficientes, y entonces ¿qué haremos?, pues quejarnos amargamente de que las marcas no lanzan actualizaciones y que cómo es posible que una pantalla que ha costado tantos euros se haya quedado atrás. Para eso mejor evitarse el mal trago ahora, ahorrarnos una pasta y dedicarla a un dispositivo externo que será desde ya, superior, y actualizable hasta el infinito, o por lo menos mientras no cambiemos de pantalla.