Xaviaska, sí que es raro de cojones que yo sa capaz de distinguir 5 de 6 dos cosas tan similares reproducidas con el mismo aparato sin tocar nada, y parezca que das por sentado que sea indiscriminable o sólo discriminable si se ha hecho mal la prueba.

Pues se hizo así: al mismo volumen del ampli se saca un disco de el lector de CD KW y se mete otro, reproduciendo la primera pista. No se sabía si el primero era original o copia, se trataba de decir, oídos los dos, durante los segundos que uno mismo decidía de esa pista (normalmente entre 15 y 25) si el anterior era una copia o era el original y la copia era el segundo. Es muy curioso que en 2 intentos discriminé correctamente antes de oir el segundo y al oir el otro lo pude confirmar. La diferencia es muy pequeña, es casi más una intuición que algo que salta al oido... Mi postura en esto no es para nada audiofila, sino procuré ser neutro y buscar indicios. Esta discriminación, a mi me confirma que si estás abierto, Y LOS DEMÁS LO ESTÁN, cabe distinguir una copia del original. Porque la copia se oye muy bien y la diferencia que hay es ínfima, si asumimos que pueda existir, porque si no asumimos que pueda existir alguna diferencia audible, sólo sirve para enseñar a los audiófilos que están equivocados. Creo que este es el propósito y la expectativa "bastante consciente" de muchas de estas pruebas. Hasta que no se confirme que estamos interconectados a niveles inconscientes y sea algo impepinable, no puedo afirmar que esta es la causa de que fracasen los audiófilos en sus pruebas ciegas...(no lo afirmo, pero lo creo, Iker lo sabe), pero lo creo. Muchas de las purebas ciegas, más allá de ser un entretenimiento o juego, contienen un ELEMENTO MALVADO DISTORSIONADOR, un pulso de EGOS que interfiere en la percepción. Me refiero a que, de un modo u otro, te influyen las expectativas de los demás, la tensión de la "situación de examen", y que no lo haces por gusto sino para demostrar algo, jugándote "algo" en ello, puesto que tienes cierta consciencia de por dónde se mueven las expectativas de cada uno. Y AHÍ HAY TENSIÓN... No es fácil prestar atención cuando sabes que los demás son rojillos convencidos, o que hay algo que demostrar... y hay poca gente que tenga una "independencia de campo" alta para no verse afectada por ello. No sólo que hay poca gente altamente independiente de los juicios ajenos, (aunque tenemos la ilusión de que un adulto sigue convicciones propias) sino que normalmente es un examen. Mucho buen rollito y mucho dar oportunidades, pero en el fondo, si se discrimina bien, es que ALGO TIENE QUE FALLAR...Y eso lo sabe muy bien el probador, que se espera de él que fracase, porque es lo más normal. Si hay un alto acierto... no suele haberlo, por eso es raro.

Yo seleccionaba los discos así: uno pone un disco barajandolo de espaldas al probador, hasta que se dice basta y el que tengas en la mano derecha lo pones. El otro se tapa bajo una revista y se pone después. El probador no puede verte porque lo haces todo de espaldas y tapando la fuente, al mismo tiempo que el probador debe cerrar los ojos (yo no miraba).

No tocamos nada salvo dos botones del lector de cd, open/close y Play.

Si los audiófilos se hacen a si mismos sus pruebas ciegas, seguro que detectan más por el clima de confianza que generan, que es más que la confianza que uno mismo pueda tener por si solo en su propia capacidad de percepción. Pero con esta prueba, me formo una idea de las pruebas ciegas...confirman lo que se espera que ocurra en el ambiente en que se realicen, por muy buen rollito que se quiera, las expectativas no tienen buen rollo, son unas u otras y tienden a replicarse en cuestiones tan sutiles, por las vías oscuras de ¡¡LOS FANTASMAS DE LA MENTE!!!

Bueno, seguro que ahora no distingo un mp3 a 128 de un tractor a escape libre, pero dejarme que pase el 1 de enero

PD: Las pruebas ciegas, si no son entre colegas, son cosa del maligno...y aún entre colegas... muchos colegas, pero ¿quién me avala la hipoteca?...


FELIZ 2009!!!!



dISCULPAD la disertación... los borrachos siempre dicen la verdad