Los avances tecnológicos de hoy en día dejan poco tiempo para la nostalgia sobre dispositivos concretos o modelos de funcionamiento tecnológico. Es tal la velocidad de avance, que parece que el lanzamiento de un dispositivo supone prácticamente el preludio del funeral de otros; sin embargo, entre estos últimos existen algunos que merecen ser tratados con especial distinción y recuerdo. Tal es el caso del iPod.

Durante el año 2013 la cifra de venta del iPod no alcanzó los 20 millones de unidades, suponiendo para Apple apenas un 1.5% del total de facturación. Si comparamos estos datos con los del año 2008, cuando el iPod vendía 55 millones de unidades anuales y suponía el 40% del total de facturación de la firma, podemos comprender perfectamente que este dispositivo haya iniciado su declive hacia la desparación.

De hecho, en su reciente presentación de cuentas anuales, Apple apenas ha dedicado unos segundos a mencionar este dispositivo; tiempo empleado en confirmar la caída en picado del dispositivo que permitió a Apple renacer de la mano de Steve Jobs.

Así es, el iPod cambió de manera radical el futuro económico de Apple cuando, hace ahora diez años, amplió su capacidad de conexión con los diferentes SO del mercado, convirtiéndose en uno de los más fulgurantes despegues tecnológicos de la historia que, hasta la fecha, acumula más de 400 millones de unidades vendidas.

Pero más aún, se debe entender aquel lanzamiento del iPod como el principio de la carrera tecnológica por los dispositivos autónomos multifunción que nos ha llevado al punto actual, el del reinado de los smartphones.

Obviamente con los smartphones en evolución constante, y con el aumento de las funcionalidades en las tabletas, el futuro del iPod pasaba por un proceso de reinvención que, a todas luces, Apple no parece dispuesta a emprender.