Bueno, por partes.
Personalmente, me he decidido a comprar la C no sin antes haber cacharreado bastante con la E tuya y tratar de comprender la mera existencia de la B dentro del catálogo de LG, la cual, aparentemente, se dice que ofrece la misma calidad general de visionado que las otras dos.
Aparentemente.
Veamos.
Respetando escrupulosamente tus razones para obviar detalles sobre tu E, lo que se me antoja cierto es que cada uno de los modelos, B/C/E, además de las diferencias obvias respecto a pantalla plana/curva, 3D si/no, poseen una electrónica algo diferente y unas capacidades de procesado de imagen también algo diferentes, algo más sofisticado conforme se “aumenta” de gama.
En tu caso, por otro lado, es patente que la E posee no sólo mejores acabados –que por supuesto los tiene- sino, además, unos materiales de mayor calidad y un encaje final de los mismos mucho más conseguido, sin omitir la cuestión de sonido que también es evidente.
Ahora bien..¿esas mejoras justifican más de 2.000,00 euros de diferencia? Difícilmente se explica, en particular cuando hay reviews y opiniones que aseguran que los tres paneles puestos simultáneamente con la misma fuente no distinguen diferencias cualitativas apreciables. Lo cual no es sólo sorprendente en relación a la enorme diferencia de precio de la E, sino también a la “pequeña” diferencia de precio entre la B y la C, teniendo ésta además capacidades 3D.
Luego, parece que algo pasa en este fenómeno de segmentación de modelos y precios que no acaba de cuadrar; hay diferencias de electrónica, de acabados y de prestaciones, pero no parecen proporcionales a los precios. Por otro lado, las diferencias de implementación de la electrónica son ciertas cuando los paneles no comparten las mismas actualizaciones de firmware, sino que son aplicadas en función de cada modelo.
¿Entonces, qué pasa aquí?
Parece que la explicación viene de la mano de algo que a los coreanos les trae de cabeza últimamente, y no precisamente de forma candente a LG, sino a su eterno (y mucho más poderoso –absorbe casi el 20% del PIB total de Corea del Sur)- rival, Samsung (por razones de todos conocidas sobre cierto móvil que desapareció de la faz de la tierra). Se trata de los controles de calidad; cada modelo tiene sus propias especificaciones de mínimos admisibles para el panel OLED que montarán. Lo cual significa que la proporción de defectos posibles disminuye conforme se aumenta de gama.
Ello explica que en unos casos se puedan apilar B,C, y E con la misma fuente y no se observen diferencias significativas (magnífico, hubo suerte)…. O que se reúnan dos B o dos C, por mencionar otro ejemplo, y haya diferencias entre éstas.
Por tanto, parece que pagar más (o mucho más, según el caso) implicaría tratar de minimizar aberraciones en paneles que hayan recibido el visto bueno previo para su montaje. Algo, por cierto MUY significativo en paneles de 65 en comparación con los de 55.
Tal cual.
Sin embargo, esto abre una línea de debate interesante que tiene su razón de ser.
A ningún gran fabricante le salen los números cuando se plantea invertir en producción masiva en paneles OLED cuando LG ya lleva la delantera por mucho. Pero lo que sí les sale a cuenta es vender paneles comprados a LG con una electrónica propietaria que han desarrollado y que es significativamente diferente a la de la marca coreana.
Fijémonos, por ejemplo, en el caso de las FALD. La estupenda Sony Z o la Panasonic DX-900.
¿Qué es realmente lo que caracteriza a estos paneles? ¿nadie se ha sorprendido aún de ver montados ventiladores para refrigeración que nos recuerdan los tiempos del plasma?
La electrónica y procesado de estos paneles es lo más sofisticado que ha parido la industria tecnológica audiovisual en los últimos tiempos. Sofisticación que, desde luego, requiere de refrigeración.
Sería cuestión de preguntarse qué TV OLED obtendríamos con una electrónica de este calado. ¿Lo veremos? Muy probablemente en el futuro cercano. ¿Se puede observar en la actualidad? NO. Löwe presenta un panel muy en su línea, pero con unas características poco destacables si se comparan con los productos de LG. Eso sí, a precio de Löwe.
Ahora bien, si Panasonic y Sony –por citar marcas punteras en procesado- se lanzan a la piscina de combinar tecnología ajena (OLED) con propia (electrónica, procesado de imagen, escalado, etc.), muy difícilmente veremos en fechas relativamente cercanas TV a precios asumibles de estas marcas.
Por muy buenas que sean la Z de Sony y la DX-900 de Panasonic –que lo son, y es asombroso ver como han estirado una tecnología retroiluminada bastante obsoleta atendiendo a simples consideraciones de intervalo de comercialización-, lo que hacen estos paneles es MINIMIZAR en lo posible los defectos inherentes a un LCD-LED. Y lo hacen muy bien, a un precio no precisamente barato. Pero esto suena a un estertor del pasado, porque parece más lógico MAXIMIZAR las virtudes de una tecnología –OLED- a la que todavía le queda mucho recorrido pero que parte de una posición privilegiada respecto a los defectos recurrentes de las LED.
Cuestión de muestreos estadísticos. Habría que ver cuántas colecciones de tres modelos no presentan diferencias entre sí y cuántas veces los defectos que se observaran recaen en los paneles más “baratos”.