... Es decir, que, si todo acaba bien, cobrará 2.500 euros como cualquier otro ciudadano y, como esto será lo único que realmente habrá ganado con algún esfuerzo personal a lo largo de su vida, su actividad sexual se habrá convertido para él en un trabajo sorprendentemente bien remunerado, de hecho, en un trabajo,
en el único trabajo que propiamente habrá hecho nunca. Ya se ve, pues, que, aprovechando una noticia social de actualidad, se presenta una versión popular del heredero: no es --como dice el lenguaje oficial-- "un español más", sino que se le desnuda y se le muestra como alguien que no hace lo que hace todo el mundo --simplemente porque él normalmente no hace nada--,
pero que puede ser premiado por pasarlo bien, ya que, en realidad, pasarlo bien es su trabajo. ¿Alguien puede decir que estas afirmaciones son una ofensa a quien, por cobrar el sueldo que cobra, no ha tenido que presentarse a elecciones, ni hacer oposiciones, ni demostrar en ningún sitio su capacidad?
Aquí no ha habido ofensa, sino irritación por parte de algunos. El problema no es la portada, sino que en España se hayan cerrado periódicos, se haya prohibido un partido, se censure una revista. Como dice un amigo, no parece un retorno al pasado, sino un presente continuo.