¿No vendrás ahora a decir que Eneas, la loba, etc? erán mentiras....
Casi siempre mi opinión proviene de la experiencia.
Hablo desde el pecado, no desde la santidad.
Pero reconozco que en la adolescencia sentí que mis islas eran algo valioso, esencial, que debían ser no sólo defendidas, sino mejoradas de forma que se conviertieran en la sociedad ideal que sin duda merecían, libre de opresión y dueños rancios, donde todos pudiéramos dar lo mejor de nosotros mismos para que todos viviéramos felices.... y la propia tierra, la Isla, me lo hacía sentir en cada excursión, cada fiesta, cada reunión.....
Luego, te dás cuenta que otras personas, en otras tierras, parecen sentir lo mismo pero que incluso llegan a matar, a robar, a crear sufrimiento. La primera pregunta es ¿cómo es posible? ¿Si mi deseo para esta tierra es tan puro, tan celestial, cómo se puede llegar a eso?
Entonces empiezas a pensar que a lo mejor ese sentimiento, aparte de generalizado, tiene mucho más que ver con el intento que hace cada persona por entender el mundo, que con un verdadero “llamado del terruño”. Que todo es una construcción mental, una etapa del desarrollo social.
Vamos, que si maduras se te quita, como el picor en las partes.
Los humanos somos iguales, nazcamos donde nazcamos, ricos o pobres, listos o tontos. Y juntos nos suele ir mejor que separados.
A ver si empezamos a jugar a empatar, en vez de a ganar por goleada, que nunca se producirá.