De la misma forma que el componente artístico del toreo actúa como atenuante, creo que hacer un espectáculo público de la muerte lenta de un animal se puede considerar como agravante: ya no es sólo el hecho en sí, es el acto de ostentación y orgullo público que se hace con ello, es que define la moral de una sociedad, y no sólo la de los aficionados.
Tampoco estoy de acuerdo en que sea lo mismo una ejecución pública, donde cada uno de los asistentes está dando su apoyo implícito al procedimiento, que la que se hace a puerta cerrada, admitiendo en cierta forma el fracaso que supone este tipo de "penas" vergonzantes para todos.


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