Tal estrategia requeriría al menos tres elementos para frenar y revertir el avance de Rusia: primero,
la administración estadounidense y sus aliados de la OTAN tendrían que flexibilizar las reglas restrictivas de enfrentamiento que han impuesto a los equipos suministrados por Occidente, permitiendo a Ucrania emplear dichos equipos a su máximo potencial. Gran Bretaña ya ha suavizado las reglas de enfrentamiento, pero las restricciones que otros imponen, que impiden a Ucrania realizar ataques transfronterizos y atacar las joyas de la corona del despliegue ruso, como la flota del Mar Negro, deben terminar.
La preocupación por la escalada rusa ha permitido a Occidente convencerse de la inacción y la autodisuasión. Pero si la respuesta de Israel al ataque con aviones no tripulados y misiles iraníes del mes pasado ha demostrado algo, es que una respuesta contundente –no la autodisuasión– es la mejor manera de enfrentar las amenazas totalitarias.
Los autócratas ven la moderación y la precaución como signos de debilidad; ven fuerza en la resolución.
En segundo lugar, es hora de asumir mayores riesgos con las reservas militares estadounidenses y occidentales. Si bien el suplemento permite al presidente estadounidense Joe Biden echar mano de los inventarios existentes de armas y municiones, una gran cantidad de equipo listo y letal sigue retenido para otras contingencias, entrenamiento y pruebas en todo el mundo. Este almacenamiento de recursos es completamente comprensible, ya que los comandantes de todo el mundo quieren asegurarse de que lo estén, como siempre recuerda a sus tropas el general Paul LaCamera, el comandante estadounidense en Corea del Sur: “listos para luchar esta noche”.
Sin embargo, el fracaso en Ucrania podría alentar la guerra que nuestros soldados en lugares como Corea están dispuestos a librar. Adversarios como el líder norcoreano Kim Jong Un toman nota de la vacilación de Estados Unidos a la hora de respaldar a amigos y aliados, al igual que China cuando mira al otro lado del Estrecho de Taiwán. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, necesita más municiones, y comandantes como LaCamera deberían ver las consecuencias para sus propias misiones, en caso de que Ucrania caiga en manos de Rusia, incluso si el costo sale de sus inventarios.
En general, los funcionarios del ejército estadounidense señalan que el riesgo actual de apoyar a Ucrania es “manejable”, pero es hora de asumir un poco más de riesgo y recurrir más a esas reservas para evitar una posible derrota. Ganar guerras es caro, pero no tanto como perderlas.
...Putin sigue convencido, como escribió una vez Tolstoi, de que “el tiempo y la paciencia son mis guerreros más fuertes”. Pero ésta no puede ser la temporada en la que la máxima resulte correcta.
Era necesario un complemento del Congreso, pero no es suficiente para revertir el deterioro de la situación en Ucrania.
Es hora de soltar las esposas que le hemos puesto a Zelenskyy y dejarle usar las armas y el equipo que le proporcionamos. Es hora de asumir riesgos con nuestras reservas de guerra y darle a Zelenskyy lo que sus soldados necesitan.
Es hora de recordarle a este país lo que Putin le dice a su país todos los días: que una pérdida en Ucrania es una amenaza para nuestra propia seguridad.
Es hora de quitarse los guantes.