El articulo de ese "tonto" y "facha" llamado Martin Varsavsky.
Ojala Dios me concediera ser tan "tonto" como el.
España: del círculo vicioso de ayudas a un futuro de libertad
«La lección es clara: si Argentina pudo romper el círculo vicioso, España también puede hacerlo. Hace falta cambiar el paradigma: menos Estado, más libertad»
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España vive atrapada en un sistema que castiga al que produce y premia al que depende. Cada paso que damos está gravado: IRPF, IVA, IBI, impuestos a la gasolina, al patrimonio, a la herencia. Una maraña fiscal que ahoga a familias, autónomos y empresas. Y luego, como si el Estado actuara con generosidad, devuelve parte de lo confiscado mediante ayudas que solo refuerzan la dependencia: bonos culturales, subsidios al alquiler, abonos gratuitos. Pero no se trata de solidaridad, sino de sometimiento. Nos quitan con una mano y nos dan con la otra, manteniéndonos sujetos a un Estado hipertrofiado y clientelar.
Mientras tanto, se sostiene un aparato público inflado que consume una proporción descomunal de la riqueza nacional. En España hay más capas administrativas que sentido común: 8.131 municipios, 17 comunidades autónomas, 41 diputaciones y cientos de entes, agencias, observatorios y fundaciones públicas. Muchos no hacen nada, o duplican funciones que ya hace otro organismo. Este laberinto de ineficiencia genera más empleos políticos que soluciones reales.
Uno de los casos más simbólicos es el del hermano del presidente Pedro Sánchez, David Sánchez, investigado por posibles irregularidades fiscales y con un patrimonio que levanta sospechas. Pero su historia no es una excepción: es solo una de muchas dentro de un ecosistema diseñado no para servir al ciudadano, sino para sostener a quienes viven del sistema.
En contraste, Argentina —un país que durante décadas fue rehén de un modelo de subsidios, pobreza estructural e impuestos asfixiantes— ofrece hoy una lección valiosa. Bajo el liderazgo de Javier Milei, el país aplicó dos motosierras que lo sacudieron desde sus cimientos.
La primera, liderada por el ministro Luis Caputo, fue la del ajuste del gasto público: en apenas unos meses, se redujo el déficit fiscal del 17% del PIB a un superávit del 1%. Se desmantelaron organismos innecesarios, se cesó a miles de empleados públicos sin tareas concretas y se redireccionó el talento hacia el sector privado. Lejos de provocar una recesión, este ajuste fue expansivo, y convirtió a Argentina en el país con mayor crecimiento del mundo.
Pero la segunda motosierra fue igual o más importante: la de las leyes absurdas, encabezada por Federico Sturzenegger. Bajo su dirección, se eliminaron cientos de normas y trabas regulatorias que durante años impidieron desarrollar actividades productivas básicas: abrir un negocio, construir una vivienda, exportar bienes o invertir en energía. Muchas de estas leyes se escudaban en supuestos fines nobles, como el medio ambiente, pero en la práctica encarecían la vida cotidiana y paralizaban sectores enteros.
España necesita un modelo económico basado en el crecimiento, no en el control. Y para ello, necesita también sus dos motosierras.
Una buena parte de lo que frena hoy a España no es la falta de talento o capacidad, sino una red de regulaciones que, en nombre del ecologismo o la seguridad, hacen la vivienda inaccesible, la energía prohibitiva, el transporte inviable. Bajo la excusa medioambiental, se impide construir viviendas donde la gente las necesita, se bloquean proyectos de infraestructuras críticas, y se penaliza la industria con cargas imposibles. Se protege tanto la tierra que se termina empobreciendo a quienes la habitan.
Mientras tanto, quien quiere emprender se enfrenta a un viacrucis de licencias, tasas, formularios, inspecciones y normativas que cambian según el municipio, la comunidad autónoma o incluso el humor del funcionario de turno.
El crecimiento económico requiere libertad. Libertad para trabajar, para invertir, para innovar. Y también requiere un Estado que acompañe, no que obstaculice. Un Estado más delgado, más eficaz y menos entrometido. España debe abandonar el modelo del impuesto alto y subsidio y abrazar uno donde el éxito individual y colectivo se construya desde el esfuerzo, no desde la dependencia.
La lección es clara: si Argentina pudo romper el círculo vicioso, España también puede hacerlo. Pero hace falta decisión. Hace falta cortar. Hace falta cambiar el paradigma: menos Estado, más libertad. Solo así podrá florecer una España de oportunidades reales.