Claro, cualquiera de ellos hubiera hecho un trabajo magnífico sin lugar a dudas, pero Bernard hizo un trabajo remarcable sin moverse a atmósferas más musicalmente contemporáneas y añade un componente romántico a la película que a mi juicio tiene el tono acertado como contrapunto a una sociedad insípida que intenta evitar los dilemas emocionales. La película sigue siendo muy controvertida en su valoración crítica pero yo aquí estoy del lado de los entusiastas. Sigue siendo una película completamente diferente en el género, no maneja los códigos anglosajones aunque tampoco es un producto de arte y ensayo, tiene la espontaneidad y cierto minimalismo de la nouvelle vague pero sin renunciar al de una producción más cosmopolita, un equilibrio entre autor y producción casi perfecta. No es una producción apabullante de cachivaches ni entornos pseudo futuristas (hasta prescinde de las salamandras flamígeras robóticas del original) y de hecho dejando a un lado los hombres mosca voladores del final y las pantallas planas de las viviendas pocas cosas permiten anclar el futuro en el film.
Saludos