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Blacklist engancha, nosotros estamos terminando la segunda temporada, es bastante entretenida.

saludos

Iniciado por Rickyfd

Blacklist engancha, nosotros estamos terminando la segunda temporada, es bastante entretenida.

saludos

No te queda "ni ná". El enganche gordo te va a venir un poco más adelante

Si John Le Carré y Philip K. Dick hubieran tenido un hijo habría escrito esta serie, Counterpart (Contrapartida), una serie disponible en HBO pero no producida por ellos. Dado que esto no ha ocurrido nunca este pequeño milagro se debe a un productor y guionista norteamericano llamado Justin Marks, del que no tengo ninguna otra referencia significativa. Es tal la brillantez de la historia que resulta sorprendente que sea tan poco conocida. Con resonancias a “El espía que surgió del frío” de Le Carré o “Podemos recordarlo para usted al por mayor” (el relato en el que se inspira Total Recall de P. K. Dick entre otros), la serie describe una fábula tan rica e imaginativa, con tantas ramificaciones e implicaciones que para los amantes de la ciencia ficción con ribetes humanísticos y las historias de espionaje político deberían caer rendidos a sus encantos. O al menos eso me gustaría.

Sin desvelar aspectos fundamentales de la trama porque creo que es mejor afrontarla sin demasiadas ideas preconcebidas quisiera ofrecer algunos apuntes. La historia se desarrolla en la era contemporánea y narra los sucesos desde un año antes de la caída del muro de Berlín hasta nuestros días (la serie es del 2018). La acción se sitúa en Berlín, como frontera y epicentro de la separación entre mundos, un nuevo telón de acero inter dimensional. Aquí lo sustancial no es la narración entre mundos paralelos o dimensiones alternativas, el hecho clarividente es la divergencia de los mundos desde un instante determinado, dando lugar a seres que comparten un pasado común pero sometidos a experiencias y avatares distintos desde la separación.

Son dos temporadas de 10 capítulos cada una, en la primera la trama predominante se desarrolla siguiendo los cánones más tradicionales de las novelas de espionaje político. El continuo trasiego de agentes dobles (y dobles-dobles) entre ambos mundos configuran algo así como la quintaesencia de los spy-films pero elevado a la enésima potencia. En el endogámico y enrevesado mundo de los espías donde todos mienten tanto que uno termina por no hacer pie desde prácticamente el inicio, dificultado especialmente al no ser fácil discriminar si los personajes pertenecen a este lado o al otro (el mundo Alfo o el Prime) o en que lado de Berlín se desarrollan las escenas, tal es la sutilidad de los escenarios y las actuaciones.

En la segunda temporada se desvelan los orígenes de la disfunción y la narración profundiza en las causas y efectos de la duplicación mientras se agudiza la crisis. Todo esto entre movimientos terroristas, secretos de estado y pandemias de gripe que diezman a la población (Siiii, también fueron visionarios en esto).

Pero donde esta serie realmente alza el vuelo y se convierte en otra cosa formidable es cuando introduce los aspectos más existencialistas y filosóficos de una manera tan natural y apropiada, sin necesidad de recurrir a discursos y peroratas pretenciosas. En una especie de alegoría a el llamado determinismo débil, los personajes y protagonistas se enfrentan a dilemas tan devastadores como irresistibles: ¿Somos así por nuestra propia naturaleza o somos el producto de una sucesión de acontecimientos azarosos?, ¿seríamos mejores o diferentes si hubiéramos adoptado otros comportamientos y posiciones en algunos momentos?, ¿cuál es la mejor versión de una persona?. La prevalencia entre semejantes, la interacción entre iguales, la irrefrenable tentación de sustituir a tu réplica viviendo otra vida, el disfrutar de otra pareja que es también tuya.



Me gusta pensar en esta serie como un “durmiente”, ese tipo de series que pasan desapercibidas generando un pequeño culto a su alrededor pero sin llamar la atención hasta que son reivindicadas en la posteridad.
Las actuaciones son estelares, J.K. Simmons (ese sosias de Hommer Simpson) ofrece un recital de oficio sin ninguna teatralidad en su duplicidad, nada que ver con esas actuaciones de gemelo bueno-malo, o tímido-descarado, todo es tan sutil y leve que es de escándalo. Los otros dos personajes que son principales corresponden a su mujer-mujer, Olivia Williams, también fabulosa y un tal Harry Lloyd que está perfecto en el del típico pijo enchufado totalmente sobrepasado por los acontecimientos. Gran ambientación, brillante uso de lenguas alternativas, inglés y alemán, pero no circunscritas a los lados, y una ambientación muy elegante y conseguida que le da un barniz orwelliano a los personajes y escenarios.

Saludos