Hemos hablado en múltiples ocasiones que hay dos límites en la mejora de nuestro equipo, el fondo de nuestro bolsillo y lo que de él querramos sacar y la acústica de nuestra sala, que a mí entender debería de primar sobre el económico, lo contrario es gastar sin sentido o al menos invertir una suma importante para una mejora mínima o sencillamente inapreciable, aunque el efecto placebo puede hacer vírgerías.